Alcohol 

«La primera vez que me emborraché fue en las fiestas de San Isidro. En 3º de la ESO. Empezamos a beber también los fines de semana, íbamos al parque o hacíamos botellón antes de entrar en las disco light. Lo pasábamos bien, pero hubo una temporada que nos dio por las peleas. Cuando había otros grupos de chicos acabábamos discutiendo, nos echaban de la discoteca… En ese momento creía que eran los demás los que nos provocaban, pero en realidad me he ido dado cuenta de que aquello nos gustaba. Era como que si no nos pegábamos la noche no estaba completa. Y esto nos trajo problemas. Cada vez se nos iba más de las manos. Tuve que cumplir dos libertades vigiladas y una prestación en beneficio de la comunidad. En Proyecto Hombre he podido entender qué me pasaba durante esos años y la relación que yo tenía con el alcohol. Lo utilizaba para divertirme pero sobre todo para desconectar, para desfasar y para sacar toda la ira acumulada que no sabía gestionar de otra manera», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«Cuando le contábamos a nuestros amigos los problemas que teníamos con nuestro hijo, no nos entendían. Nos decían que era normal que bebiera y que de vez en cuando llegara a casa como llegaba. Era muy frustrante ver cómo a mi hijo le pasaba algo y no sabíamos cómo ayudarle. Lo que veíamos eran sus borracheras constantes pero en realidad sabíamos que se encontraba mal. Su vida se basaba en encerrarse en su habitación o salir a beber. Decía que se iba con amigos pero teníamos la sensación de que muchas veces acababa sólo. Se cansaron de él. Nos costó mucho convencerle de que nos acompañara a Proyecto Hombre. A principio íbamos sólo nosotros. Entre todos conseguimos que también acudiera a tratamiento y poco a poco fue saliendo del bache», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«La primera vez que bebí alcohol fue en las fiestas del instituto, en 2º de la ESO. Era nuevo y los chicos de clase me preguntaron si quería comprar alcohol con ellos. Les dije que sí y compramos varias botellas. Yo nunca había bebido y me sentó fatal, pero poco a poco me acostumbré. Empecé a salir con ellos y cuando íbamos al parque nos comprábamos litronas. Algún día a la salida del instituto nos cogíamos una lata de cerveza. Y así poco a poco cada vez bebíamos más. En la fiesta de fin de curso hicimos botellón con otros grupos de clase y bebí muchísimo. Al principio me reía pero empecé a encontrarme realmente mal. Acabé tumbado en el parque porque no podía moverme. No recuerdo mucho más pero llamaron al 112. Tuve un coma etílico. Mis padres se asustaron mucho. Llevaban un tiempo preocupados y me pidieron ir a Proyecto Hombre para que nos asesorasen. Yo no estaba sabiendo gestionar el cambio de centro, no ver a mis amigos, encajar aquí, la vergüenza de volver a clase después de lo que pasó… mi psicólogo me está ayudando mucho», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.

«Recuerdo perfectamente el día en que vi una bolsa con cocaína en el pantalón de mi hijo. No podía creérmelo. Yo sabía que salía de fiesta con sus amigos, pero no podía imaginarme que consumiera cocaína. Se lo conté a mi marido y hablamos con él. Nos dijo que era de un amigo, que se lo estaba guardando… Sabíamos que nos estaba mintiendo y pedimos ayuda. Ha sido un proceso difícil. Nuestro hijo consumía cocaína para poder seguir bebiendo alcohol, así aguantaba más horas de fiesta. Llevaba tiempo teniendo problemas con ambas sustancias y tenía una dependencia al alcohol que nosotros no sabíamos. Nos costó verlo y entenderlo. A él también. Ha sido un proceso difícil pero ahora entendemos muchas de las cosas que pasaban en casa, la relación ha mejorado muchísimo y él está mucho mejor. Nos han ayudado mucho», testimonio anónimo paciente Proyecto Hombre Madrid.